viernes, 6 de julio de 2007

Wear Sunscreen

martes, 3 de julio de 2007

Mi emisora de Last.fm

    Con el tiempo, tras el cierre de Pandora, he empezado a indagar con Last.FM, como comentaba en otra ocasión. Puestos a despotricar y a echar de menos a mi antigua radio favorita, me congratulo en anunciar que Last.FM tiene ciertas ventajas sobre su predecesora (hablando siempre de forma personal, claro está). Entre esas ventajas está la de crear una lista de temas que luego los demás pueden escuchar. Y dicho y hecho, y ya que este blog es mío (al menos en su parte pseudocreativa), pues aceptamos pulpo como animal acuático. Y ahí va mi lista de reproducción (en constante cambio):




jueves, 10 de mayo de 2007

Camisetas para perder la vergüenza

   Unos amigos y yo tenemos, desde hace unos años, una pequeña cuenta pendiente: hacernos unas camisetas personalizadas. Y mira tú por dónde, Fer encontró por ahí una página que, si bien no permite realizar camisetas personalizadas, cuenta en su almacén con una colección bastante interesante, divertida y (por qué no decirlo) irreverente.

    La web en cuestión es SetaLoca, que se dedica precisamente al comercio de este tipo de ropa. Supongo que habrá decenas de tiendas similares (e incluso mejores), pero como a partir de la tercera camiseta los gastos de envío son gratuítos, los modelos nos gustan y ya va siendo año, creo que nos hemos decidido por comprarlas de una vez.

    Personalmente me he decantado por el modelo que dice "Si puedes leer esto, es que todavía no me has quitado la camiseta", mientras que Fer ha elegido el de "You can come closer, I'm not Italian" (con todo el respeto del mundo para los italianos, por supuesto).

    Si finalmente hacemos el pedido (en cuanto Potu y Asier elijan) ya haremos un poco el gamba por ahí con ellas.

La radio en Internet

   Durante mis interminables horas frente a la pantalla del ordenador, e incluso cuando estoy trasteando o incluso realizando cualquier actividad ajena al manejo de un aparato con teclas en mi habitación, ha habido una constante común durante unos cuantos meses: Pandora.

    Esta página ha sido la responsable de que el disco duro de mi ordenador se deshiciera de la carpeta "MP3" (que ocupaba unos cuantos gigabytes), acabara por tener que cambiar la música cada X tiempo y lo más importante de todo: me permitía descubrir grupos de los que de otro modo no habría tenido nunca noticia alguna de su existencia.

    Por desgracia, hace poco tiempo recibí en mi correo electrónico un mail por parte del staff de Pandora informándome de lo siguiente:

    Until now, we have not been able to tell where a listener is based, relying only on zip code information provided upon registration. We are now able to recognize a listener's country of origin based on the IP address from which they are accessing the service. Consequently, on May 3rd, we will begin blocking access to Pandora to listeners from your country. We are very sad to have to do this, but there is no other alternative.


    Resumiendo: que por culpa de una licencia de distribución,  Pandora se veía obligada a 
"cortar el grifo" a los oyentes que no pertenecieran a los EE.UU., detectando su localización 
a través de la IP, por lo que a nivel europeo (exceptuando Gran Bretaña, creo recordar), Pandora había pasado a la historia.

    Por medio de un amigo (gracias, Potu) conocí una página parecida: Last.fm. Parece ser que la susodicha página es parecida a la anterior (aunque yo prefería Pandora, para qué nos vamos a engañar), pero eliminando la interfaz sencilla e intuitiva y añadiendo funcionalidades sociales a modo de portal musical.

    En fin, veo que últimamente last.fm se resiente en cuanto a velocidad, por lo que me imagino que no soy yo el único que ha decidido realizar ésta migración forzosa, que puede haber puesto en un pequeño aprieto a la capacidad de sus servidores.

    Seguiremos observando. Mientras tanto, podemos escuchar algo de música :)



miércoles, 4 de abril de 2007

8 cosas que no sabes sobre España... pero la C.I.A. sí

    En la página web de la CIA hay datos sobre España que probablemente no conocemos ni nosotros mismos. Como que...

  • Ocupamos el puesto 30 en población total, y el 46 en superficie.
  • Ocupamos el puesto 15 en mortalidad infantil (por delante de paises como Dinamarca, Reino Unido y EE.UU.), y el 19 en esperanza de vida (79,65 años, frente a los 83,51 de Andorra, que ocupa el primer puesto).
  • Ocupamos el puesto 65 en porcentaje de gente infectada por el virus del SIDA (0,7%), por detras de paises como Perú, Méjico, China o Afganistán.
  • Ocupamos el puesto 13 en poder adquisitivo. Curiosamente, Méjico y Brasil son más ricos que nosotros (puestos 12 y 10, respectivamente).
  • Ocupamos el puesto 36 en renta per cápita. En este aspecto, Méjico está en el puesto 87, y Brasil, el 92.
  • En menor tasa de paro, nos encontramos en el puesto 91 (9,2%). El primer puesto es, de nuevo, para Andorra (0%).
  • Somos el decimoquinto país del mundo que más petróleo consume.
  • Somos el segundo país más endeudado del mundo en relación importación/exportación (balance contable de $  -83,140,000,000), únicamente superado por EE.UU. ($  -829,100,000,000). Nos sigue en tercer lugar el Reino Unido  ($ -57,610,000,000). El último lugar es para Japón, con $ 165,600,000,000, seguido de cerca por China.

Más en la página web de la C.I.A. (en inglés)

Fuentes, fuentes... y más fuentes

Alguna vez, trasteando con el GIMP, he intentado añadir texto a alguna imágen o fondo de escritorio personalizado, pero las fuentes por defecto que tanto Windows como Linux tienen dejaban bastante que desear para este tipo de menesteres.

Así que ni corto ni perezoso, me decidí a indagar por la red buscando fuentes TrueType, y me encontré con DaFont, una web desde la que puedes descargarte de forma gratuíta fuentes para personalizar imágenes y documentos.

Si alguien necesita alguna fuente para sus documentos, que descomprima los archivos descargados y los copie en C:\Windows\Fonts, o que las instale en Linux, si es el caso.

Una de test

Lo reconozco: soy el típico personajillo que cuando recibe un test estúpido por correo electrónico corre raudo y presuroso a rellenarlo y devolverlo. Sin embargo, de todos los test que han llegado a mi bandeja de entrada, hay un par de ellos que me han llamado la atención. Uno de ellos es el llamado "Test de Raven", que se supone que mide el Cociente Intelectual. Tiene pinta de ser medianamente serio, ya que me recuerda bastante a los test que los psicólogos nos hacían en clase cuando iba al instituto.

El siguiente en la lista fue un test de posicionamiento ideológico que encontré, vía meneame, en la revista perfiles. Se trata de una serie de preguntas, bastante genéricas, sobre aspectos sociales y económicos, que tratan de colocar al sujeto que lo realiza dentro de una de las principales corrientes políticas e ideológicas existentes, desde el marxismo hasta la socialdemocracia. Desde el nazismo hasta la extrema derecha.

El resto de los que me he encontrado no dejan de ser más que curiosidades para perder el tiempo, pero estos dos, me han resultado muy interesantes.

Ovnis y dragones

Carl Sagan,el gran divulgador científico y fundador del movimiento escéptico, se esforzó en intentar hacer de nuestra sociedad un lugar racional en el que las supersticiones no tuvieran cabida.

Uno de sus artículos más interesantes -bajo mi punto de vista- lleva el nombre de Ovnis y Dragones, que trata de explicar cómo una persona fanática de una línea de pensamiento hermética tiene una incapacidad absoluta para asumir una realidad que es incapaz de asumir. La incapacidad del individuo para asumir el cambio, supongo. Se trata, en breve resumen, del contenido de la máxima "No hay mayor ciego que el que no quiere ver". Transcribo a continuación el artículo de Sagan.

"En mi garaje vive un dragón que escupe fuego por la boca"


Supongamos que yo le hago a usted una aseveración como ésa. A lo mejor le gustaría comprobarlo, verlo usted mismo. A lo largo de los siglos ha habido innumerables historias de dragones, pero ninguna prueba real. ¡Qué oportunidad!

Enséñemelo –me dice usted.
Yo le llevo a mi garaje. Usted mira y ve una escalera, latas de pintura vacías y un triciclo viejo, pero el dragón no está.
¿Dónde está el dragón? –me pregunta.
Oh, está aquí –contesto yo moviendo la mano vagamente-. Me olvidé de decir que es un dragón invisible.
Me propone que cubra de harina el suelo del garaje para que queden marcadas las huellas del dragón.
Buena idea –replico-, pero este dragón flota en el aire.
Entonces propone usar un detector infrarrojo para detectar el fuego invisible.
Buena idea, pero el fuego invisible tampoco da calor.
Se puede pintar con aerosol el dragón para hacerlo visible.
Buena idea, sólo que es un dragón incorpóreo y la pintura no se le pegaría.
Y así sucesivamente. Yo contrarresto cualquier prueba física que usted me propone con una explicación especial de por qué no funcionará.
Ahora bien, ¿cuál es la diferencia entre un dragón invisible, incorpóreo y flotante que escupe un fuego que no quema y un dragón inexistente?. Si no hay manera de refutar mi opinión, si no hay ningún experimento concebible válido contra ella, ¿qué significa decir que mi dragón existe?. Su incapacidad de invalidar mi hipótesis no equivale en absoluto a demostrar que es cierta. Las afirmaciones que no pueden probarse, las aseveraciones inmunes a la refutación son verdaderamente inútiles, por mucho valor que puedan tener para inspirarnos o excitar nuestro sentido de maravilla. Lo que yo le he pedido que haga es acabar aceptando, en ausencia de pruebas, lo que yo digo.
Lo único que ha aprendido usted de mi insistencia en que hay un dragón en mi garaje es que estoy mal de la cabeza. Se preguntará, si no puede aplicarse ninguna prueba física, qué fue lo que me convenció.
La posibilidad de que fuera un sueño o alucinación entraría ciertamente en su pensamiento. Pero entonces ¿por qué hablo tan en serio?. A lo mejor necesito ayuda. Como mínimo, puede ser que haya infravalorado la falibilidad humana.
Imaginemos que, a pesar de que ninguna de las pruebas ha tenido éxito, usted desea mostrarse escrupulosamente abierto. En consecuencia, no rechaza de inmediato la idea de que haya un dragón que escupe fuego por la boca en mi garaje. Simplemente, la deja en suspenso. La prueba actual está francamente en contra pero, si surge algún nuevo dato, está dispuesto a examinarlo para ver si le convence. Seguramente es poco razonable por mi parte ofenderme porque no me cree; o criticarle por ser un pesado poco imaginativo... simplemente porque usted pronunció el veredicto escocés de "no demostrado".
Imaginemos que las cosas hubieran ido de otro modo. El dragón es invisible, de acuerdo, pero aparecen huellas en la harina cuando usted mira. Su detector de infrarrojos registra algo. La pintura del aerosol revela una cresta dentada en el aire delante de usted. Por muy escéptico que pueda ser en cuanto a la existencia de dragones –por no hablar de seres invisibles- ahora debe reconocer que aquí hay algo y que, en principio, es coherente con la idea de un dragón invisible que escupe fuego por la boca.

Ahora otro guión: imaginemos que no se trata sólo de mí. Imaginemos que varias personas que usted conoce, incluyendo algunas que está seguro de que no se conocen entre ellas, le dicen que tienen dragones en sus garajes... pero en todos los casos la prueba es enloquecedoramente elusiva. Todos admitimos que nos perturba ser presas de una convicción tan extraña y tan poco sustentada por una prueba física. Ninguno de nosotros es un lunático. Especulamos sobre lo que significaría que hubiera realmente dragones escondidos en los garajes de todo el mundo y que los humanos acabáramos de enterarnos. Yo preferiría que no fuera verdad, francamente. Pero quizá todos aquellos mitos europeos y chinos antiguos sobre dragones no eran solamente mitos...

Es gratificante que ahora se informe de algunas huellas de las medidas del dragón en la harina. Pero nunca aparecen cuando hay un escéptico presente. Se plantea una explicación alternativa: tras un examen atento, parece claro que las huellas podían ser falsificadas. Otro entusiasta del dragón presenta una quemadura en el dedo y la atribuye a una extraña manifestación física del aliento de fuego del dragón. Pero también aquí hay otras posibilidades. Es evidente que hay otras maneras de quemarse los dedos además de recibir el aliento de dragones invisibles. Estas "pruebas", por muy importantes que las consideren los defensores del dragón, son muy poco convincentes. Una vez más, el único enfoque sensato es rechazar provisionalmente la hipótesis del dragón y permanecer abierto a otros datos futuros, y preguntarse cuál puede ser la causa de que tantas personas aparentemente sanas y sobrias compartan la misma extraña ilusión.
Los dragones invisibles y los ovnis tienen, hoy en día, la misma prueba científica de su existencia.